sábado, 19 de julio de 2014

Malos camaroneros (artículo)


Camarón: el genio de la Isla; el manantial del que todos beben. 
Es evidente que todos los cantaores y aficionaos tenemos unas preferencias y unos gustos que nos hacen que algunos artistas nos vuelvan loco y que no llegemos a apreciar del todo a otros. No por ello debemos limitarnos a escuchar solo al que más nos guste y esto es lo que ha sucedido con Camarón. Ha dejado una estela de imitadores a los que yo defino como malos camaroneros.
Camarón desde joven buscó su personalidad. Hizo las cosas a su manera y le gustaba todo el que se doliera cantando y lo hiciera con su propio estilo. Era consciente de haber sido el creador de una de las mayores escuelas que ha dado el flamenco pero hay que poner en tela de juicio lo que pensaría de estos malos camaroneros. Pues bien, el mal camaronero ha perdido toda seña de identidad. Su personalidad ha sido sustituida por la de José Monge Cruz y no ve más allá de el. Intenta tener el mismo sentido a la hora de hacer el cante, las mismas escalas, el mismo quejío, casi siempre las mismas letras e incluso busca el mismo sonido en la voz. Y no precisamente buscan a ese Camarón joven doliendose por seguirillas sino al Camarón de sus últimos años.
 Claro está, que Camarón solo hay uno y nadie por el camino de la imitación podrá llegar a la mitad de lo que fué José. Apostar por la personalidad será apostar por cantar de verdad con el riesgo de no gustar pero estarás cantando lo que sientes, no lo que siente otro. Continuar imitando tontamente a un maestro será seguir por una senda oscura, a la sombra de una figura y con la total seguridad de quedarse en ese abismo pues, como ya he dicho, Camarón sólo hay uno.

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