Ayer el Maestranza rebosó de instrumentos en la inauguración de la Bienal. Sonaron baterías, guitarras eléctricas, saxofones, pianos, cajones y otros extraños instrumentos, tantos que no me dejaron ver la voz. Me faltó flamenco, mucho flamenco y en un orden adecuado. Creo que esto del orden es el resultado de un espectáculo dirigido por tres directores, cada uno diferente en lo suyo. También fue consecuencia directa de esto el que durara casi cuatro horas, que barbaridad. Fui a disfrutar de un espectáculo de flamenco con muy buen cartel. ¿Puede salir mal un concierto con Arcángel, Carmen Linares, Tomás de Perrate, El Pele, Israel Galván…? Pues sí, ayer vimos que sí.
Sufrí por Estrella Morente, tenía mucha responsabilidad
sobre las tablas y su cante dejó mucho que desear a pesar de la belleza de
algunos temas que hizo, como “Aunque es de noche” un tema que debería haber
sonado a un Albaicín llorando sobre la Vega adormecida, algo precioso, un canto a Granada. Su hermana
Soleá no lo hizo mal, sin embargo a mi lo que me gusta es el flamenco. También
vimos a un Arcángel a bajo nivel, ni desafinó, ni se fue de compás, pero no
hizo nada, canto demasiado relajado y cómodo. Fue uno de los que más abuso de
los instrumentos junto con Juan José Amador, como ya he dicho tantos
instrumentos no me dejaron ver la voz. Por otro lado José Enrique Morente no lo
hizo mal. Es un cantaor que tiene que limar muchos fallos y madurar muchísimo su
cante, pero se vio algo, como un eco lejano del padre en el fondo de su voz y
coincido en que los tres hermanos tienen una gran afinación. Los guitarristas
Dani de Morón y Alfredo Lagos estuvieron correctos tanto acompañando como solos
en una bonita malagueña. No sé que decir de lo que cantó Silvia Pérez, la gente
quería escuchar flamenco y esta nos ofreció unos quince minutos seguidos de
algo que ni se parecía, con el pequeño vals vienés hubo gente que se desesperó.
Pero tengo que decir que en casi cuatro horas también hubo momentos de arte. El
Pele se rompió cantando por alegrías y puso los vellos de punta a un Maestranza
lleno, si bien luego bajo el listón en el tema dedicado a Morente y en el
fandango. Carmen Linares fue otra que nos hizo daño con esa poesía pura de
Lorca y la profundidad de su voz rota. Me pareció una locura que luego cantara
con Soleá Morente ya que a esta no se le escuchó, se escondió debajo de los
quejios de Carmen. Otro momento de arte nos lo regalo Tomas de Perrate y el Pájaro
tocando y silbando por Amarguras. Israel Galván y Javier Latorre, cada uno en
su estilo, también hicieron disfrutar. Destaco la entrada personalísima de
Israel bailando solo a compás de su propia voz, ole Israel, poco a poco me vas
llevando a tu terreno. Y Javier se gustó mucho bailando por taranto, con
temple, seguridad y confianza, clásico y personal. Fue curioso ver a los dos en
la patá por bulería, que antagónicos, que buenos.
En definitiva me lleve una gran desilusión, me esperaba
mucho más de tan prodigioso cartel. No entendí casi nada, sobre todo en el
segundo acto. Instrumentos, mezcolanzas sin ningún sentido y un espectáculo totalmente
desordenado, con coros fúnebres y
siniestros para acabar… Fueron más allá de la fusión y no acertaron, para nada
acertaron. Me dio pena, pero no se escucharon oles en el público y el concierto
acabo con muchos asientos vacíos.
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