sábado, 27 de septiembre de 2014

Jesús Mendez y Antonio Reyes, juventud añeja.

(El pasado miércoles 24 en el teatro Lope de Vega, Bienal de flamenco de Sevilla)
Jesús Mendez y Antonio Reyes demostraron sus condiciones de CANTAORES y clavaron la bandera en la cumbre de la Bienal. Los jóvenes  llenaron el teatro de verdadera afición y de artistas, desde Pansequito hasta Rafael de Paula.
Comenzaron los dos a palo seco, primero el de Jerez hizo unos corridos gitanos y luego el de Chicana continuó por toná. En menos de diez minutos nos anticiparon lo que iba a ser aquello, que antagónicos, que buenos. Y llegó la hora de Jesús, acordandose de su tierra con una bulería por soleá a golpe de nudillo. Ahí empezaron a crujirse las paredes del teatro y hasta los bordones de la guitarra de Manuel Valencia, que acompañó al Méndez como pocas veces lo ha hecho. Quizás su guitarra ocupó demasiado en el cante, le quitó espacio, pero no se podía limitar a acompañar, estaba tocando demasiado bien. Siguió por tarantas trasladando el teatro a la mina más oscura del levante y siempre con su tierra por bandera, acordandose de Manuel Torre. Y como el dijo, "vamos a meternos más hondo, voy a cantar por seguirilla". Desparramó la seguirilla como un tronío de arte y crudeza y se terminó de romper en las cabales, menuda forma de rematar el cante. Y por último, para dar paso a Antonio, la zambra. Ahí Jesús volvió a demostrar lo cantaor que es y lo poco limitado que está. Tras deleitar con esa preciosa zambra, era la hora del chiclanero. Tenía el listón más alto que Jesús Mendez subido a una escalera, cogió el listón y lo arrojó a la playa de la Caleta por alegrías. Todavía hay gente que dice que cantar por alegrías no es difícil pero yo hacía tiempo que no escuchaba nada con ese sabor gaditano. Siguió por soleá, ahora de Alcalá y continuó diciendo aquí estoy yo, con la mitad de voz que Jesús pero con una manera de decir el cante desde el corazón hasta su propia alma. Continuó por tangos, este es uno de sus palos, se gustó muchísimo en el cante e hizo de cada quejío una marea de arte. Y para volver a dar pasó al jerezano se acordó de Caracol con el Romance de Juan Teba y la Salvaora con el piano, ole Antonio, que cantaor eres.
Para acabar salieron los dos, mano a mano, primero por fandangos y luego por bulerías. Ninguno cantó mejor que el otro, no se podían superar. Comparar artistas nunca es bonito pero comparar a estos dos sería como comparar a Mairena con  Caracol, ecos distintos, formas distintas.
Pusieron al teatro en pié y con los pelos de punta. Todo había sido un derroche de arte y un traslado al misterio del flamenco, un abrazo entre Jerez y Chiclana. Como ya he dicho, son antagónicos, son buenos, muy buenos y son una juventud muy añeja. El nombre del espectáculo fue claro, "CANTAORES" y eso demostraron ser de pies a cabeza y con mucho respeto al cante. Brindo un ole por vosotros y otro ole por vuestros ecos, cantaores.

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